¡Hola! Hoy os propongo un post de cultura, la visita a una exposición en estos días festivos y de ocio que tenemos. A una semana de que se clausure la muestra “Orús, en búsqueda de la luz”, en el Palacio de Sástago de Zaragoza, recomiendo vivamente que los zaragozanos y visitantes de esta ciudad acudan a verla si aún no lo han hecho (abierta al público hasta el 8 de enero. Martes a sábado de 11 a 14 y de 18 a 21 horas. Domingos y festivos de 11 a 14 horas).

La exposición reúne 86 creaciones del pintor aragonés José Orús (Zaragoza, 1931-2014) realizadas entre 1950 y 2014. Ofrece obras inéditas o prácticamente inéditas que han sido cedidas por colecciones particulares e instituciones (Diputación de Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza y el Museo Orús de Utebo), cuadros fundamentales en la trayectoria del pintor y que dan idea del gran artista que fue Orús y de la gran obra que creó. Pionero de la abstracción y maestro de la pintura informalista matérica, fue un creador inconformista y apasionado.

Su hija y comisaria de esta exposición, Desirée Orús, afirma: «José Orús era un hombre que vivía para pintar. No creía en los grupos, sino en las individualidades, y por eso desarrolló toda su carrera en solitario, ajeno a las modas del momento. La pintura era lo más importante que había en su vida y siempre estaba investigando en torno a ella. Al contrario de lo que muchos han dicho, nunca se planteó pintar el cosmos: él siempre decía que solo pintaba su mundo interior. He dedicado toda mi vida a investigar en el arte, decía. Soy un investigador que practica una pintura universal y atemporal; un pintor de mi tiempo y a la vez intemporal que pinta algo que está dentro de mí». Y tenía algo muy claro, también: Soy consciente de que tengo que dejar huella».

La exposición realiza un exhaustivo repaso a la obra de José Orús a través de sus distintas etapas. Se inicia con obras de sus comienzos artísticos informalistas de la década de los 50 en Zaragoza y en París. Los cuadros metálicos, sobrios, casi monocromos, tan elegantes, de los años 60 son de lo mejor de la producción de Orús, según lo expertos, por su simplificación y de esencialidad. Personalmente, me encanta el cuadro en tonos blancos en homenaje al poeta Miguel Labordeta, su gran amigo. En él está su alma.

A partir de los años 70, destacan especialmente sus investigaciones sobre la luz, el color y el movimiento, una época en la que se centró en la luz negra y en lo que él denominó los mundos paralelos y continuó hasta su fallecimiento. Por ello, cierran el recorrido por la muestra dos salas dedicadas a las pinturas que realizó para ser contempladas con luz blanca o luz negra, ofreciendo así dos visiones distintas y complementarias de un mismo lienzo. La luz negra es la principal contribución de Orús a la búsqueda de nuevos materiales y lenguajes plásticos de esta generación. Esta luz produce un efecto vibrante en la materia, mediante unos los pigmentos luminiscentes que preparaba el propio artista con elementos naturales y cuya composición mantuvo en secreto. Los cuadros normalmente reciben la luz del exterior y Orús lo que consigue, mediante la radiación ultravioleta, es que la luz emane de la superficie del cuadro después de ser absorbida, hasta tal punto que si se apaga, los cuadros siguen encendidos.

La exposición también incluye vitrinas con catálogos, carteles, fotografías vintage y documentación personal del artista procedente de su archivo privado. Se completa con una película experimental inédita sobre la obra de Orús del fotógrafo y realizador zaragozano José Luis Pomarón titulada «Fluctuaciones»(1961).

Su obra, su temperamento, su soledad solidaria y la revelación de su mundo interior encarnan lo que él llamaba «la lucha de un artista que se sintió, ante todo, investigador de la luz, del color y del movimiento». Una exposición extraordinaria, de lo mejor que hemos visto este 2016. Yo la he visitado varias veces. No os la perdáis.