Sábado, 28 de septiembre de 2013
Os comentaba esta semana que una de las protagonistas de la boda a la que fui el sábado, además de la novia, fue el escenario: Donostia – San Sebastián (País Vasco – Euskadi) -a mí me gusta llamarla Donosti-, ciudad maravillosa, hermosa y con clase. Tengo muy buenos recuerdos de Donosti desde que era niña, de sus playas y de su paisaje, de su arquitectura modernista que le confiere el aspecto de una ciudad de corte francés y aburguesado. A finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, era la ciudad más cosmopolita de Europa. No en vano se la consideraba la Pequeña París o París del Sur. Hoy, con todo este legado y su apuesta por la cultura, con el espléndido edificio Kursaal de mi paisano y querido arquitecto Moneo (nació en Tudela), la obra del escultor Chillida en Ondarreta, su Festival Internacional de Cine, entre otras muchas actividades, han propiciado que San Sebastián sea capital cultural europea en 2016. En la imagen de arriba, frente a la playa de Ondarreta. Bajo estas líneas junto a las esculturas de Chillida, en el lugar denominado «El Peine del viento».
Fotografía en el «Peine del viento», conjunto de esculturas de Eduardo Chillida sobre una obra arquitectónica del arquitecto vasco Luis Peña Ganchegui. Se encuentra situado al final de la Playa de Ondarreta y está compuesto por tres esculturas de acero, de 10 toneladas de peso cada una, incrustadas en unas rocas que dan al mar Cantábrico, cuyas olas las azotan.
Amanece en Donosti: el sol desvela un paisaje espléndido y el mar Cantábrico celebra un nuevo día.
Paisaje rocoso que forma el final de la playa de Ondarreta con el Monte Igueldo.
Las playas de San Sebastián están consideradas como unas de las mejores del mundo.
El Palacio de Miramar, lugar donde se celebró la ceremonia de la boda de María.
Vistas de Ondarreta y el Monte Igueldo desde nuestra habitación del hotel nada más amanecer.
Más información de la ciudad: http://www.donostiasansebastian.com/ – http://turismo.euskadi.net/es/
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