Martes, 5 de noviembre de 2013
Hace años tenía una afición secreta, que voy recuperando poco a poco: la de callejear sola por Zaragoza y, sin haberlo premeditado, entrar a ver las exposiciones que encontraba mi paso. Zaragoza, ciudad pionera en las pasadas décadas en mostrar las últimas tendencias en artes plásticas, aún conseva espacios (públicos y privados) que merece la pena visitar. Por mi profesión, he conocido y entrevistado a muchos artistas a lo largo de mi vida, y he visto muchas obras, pero siempre hay alguien de quien guardas un recuerdo especial porque su obra te llega un poco más adentro. Las obras de un artista pueden despertar múltiples sensaciones: unas sorprenden, otras emocionan… Y son precisamente estas últimas las que te acompañan siempre.
El Palacio de la Lonja de Zaragoza (Plaza del Pilar) dedica una exposición retrospectiva al artista zaragozano Eduardo Laborda hasta el 17 de noviembre, una muestra muy visitada, pues está dedicada a una de las figuras más importantes de las últimas décadas en el panorama artístico aragonés. Las obras, realizadas entre 1972-2012, recogen las diferentes etapas de este creador polifacético: dibujante, pintor, grabador, coleccionista, cineasta, editor, comisario de exposiciones y escritor; «un cazador se sueños» como lo calificó Armando Serrano, que ha dedicado toda su vida a las artes plásticas y visuales.
La exposición de La Lonja nos muestra especialmente su faceta plástica. Dos esculturas, quince dibujos y numerosas pinturas permiten recorrer los diferentes momentos de su trayectoria; obras de una calidad plástica excepcional, caracterizada por una exigente precisión técnica y una minuciosa y extraordinaria sutileza cromática en sus hermosos azules, verdes y morados. Eduardo Laborda es un artista muy significativa de la figuración aragonesa, cuya obra es muy elogiada por la crítica y muy apreciada por el público.
Las dos esculturas inician el recorrido por la retrospectiva, ya que en sus inicios intentó dedicarse a la escultura, aunque muy pronto se volcó en la pintura, con obras, en los primeros setenta que se centran en «La Materia y el volumen», en las que destacan sus paisajes neocubistas, que evolucionan a sugerentes formas de carácter abstracto –abstracción geométrica de tono lírico- muy cercanas a la obra de Salvador Victoria. Durante los ochenta, fascinado por los cómics, la literatura y las películas de ciencia ficción, surgen sus atormentadas figuras humanas, los tecnoesqueletos y sus máquinas, los barrocos androides, los fósiles y omnivertebrados; toda una galería de pinturas en las que se aprecia «La muerte en el aire»
Hacia los noventa reinventa la mitología grecorromana.Sus figuras imposibles son sustituidas por Ares o la Dama de Fuentes. Estatuas urbanas flanqueadas por mecanismos en deterioro, hermosas figuras ubicadas en paisajes de barrocas escenografías, configurando así un singular universo simbolista.Son sus «Alegorías en piedra y bronce». Con el epígrafe de «La ciudad herida» reúne sus obras más sugerentes y emocionantes. En ellas, la protagonista es Zaragoza, y está presente la batalla entre el pasado y el futuro de una ciudad a la que ama. Y aparece su gran obra: «Iris del Coso Alto», un cuadro que resume toda su obra, su vida y la mirada de este cazador de sueños. Una mirada que en sus últimos cuadros se ha hecho más reflexiva, melancólica, ensimismada y romántica, casi onírica -que no surrealista-. Desde comienzos del siglo XXI retorna a la mitología, a los cuerpos reales de mujeres que vuelven a encarnar las figuras de las diosas más bellas y las musas más dulces: «El mito humanizado» y el bronce se hace carne.
Eduardo Laborda. Retrospectiva 1972-2013. Palacio de La Lonja (Plaza del Pilar, Zaragoza). Hasta el 17 de noviembre. Horario: de martes a sábado, de 10 a 14 h y de 17 a 21 h. Domingos y festivos, de 10 a 14, 30 h. Martes, cerrado.